Acabamos las vacaciones y para muchos empieza el nuevo curso. Es como cuando eramos pequeños e íbamos al colegio. Todo era nuevo, el reencuentro con los amigos, ese olor a goma de borrar y lapizero. Hoy es el reencuentro con el jefe, con las preocupaciones, con las obligaciones. Se hace duro. Pero junto a todo esto hay una parte de reinicio, como aquel volver a empezar lleno de ilusiones de cuando eramos unos críos. Es el volver a la rutina de entrenos a los lugares habitules, ahí donde tienes medido cada km, cada metro. Vuelven los fines de semana de tiradas largas con los colegas y sobre todo vuelven los nuevos proyectos. Miles de ideas bullen en nuestras cabezas y el planteamiento de una nueva temporada llena de excitantes retos nos hace menos dura la vuelta a la cotideanidad.
Este creo que es un hecho diferencial en todos los que nos dedicamos a los deportes de fondo por afición. Esa ilusión extra que tenemos frente a la vida que no deja de ser el combustible que hace que nuestro motor arranque cada día con un plus de potencia. La ilusión. Una parte de nosotros sigue siendo aquel niño ilusionado que empezaba el nuevo curso, capaz de inventar aventuras imposibles, de volverse loco con sus nuevas zapatillas o de quedarse horas ensimismado frente a un escaparate repleto de bicis relucientes. Quien no a vuelto a casa un día de lluvia con una sonrisa de oreja a oreja después de haberse metido en todos los charcos del camino con su MTB. Pues eso a trabajar, a entrenar y por favor a seguir siendo un poco niños todavía.
Este creo que es un hecho diferencial en todos los que nos dedicamos a los deportes de fondo por afición. Esa ilusión extra que tenemos frente a la vida que no deja de ser el combustible que hace que nuestro motor arranque cada día con un plus de potencia. La ilusión. Una parte de nosotros sigue siendo aquel niño ilusionado que empezaba el nuevo curso, capaz de inventar aventuras imposibles, de volverse loco con sus nuevas zapatillas o de quedarse horas ensimismado frente a un escaparate repleto de bicis relucientes. Quien no a vuelto a casa un día de lluvia con una sonrisa de oreja a oreja después de haberse metido en todos los charcos del camino con su MTB. Pues eso a trabajar, a entrenar y por favor a seguir siendo un poco niños todavía.